EL CAJERO AUTOMÁTICO
Yo voy a hablar de estas máquinas
infernales que nos quieren hacer la vida más fácil.
Un día vas por la calle a comprar,
miras la cartera y te das cuenta de que no llevas dinero. Entonces te diriges al cajero.
Llegas, introduces la libreta y… ñi ñi ñi ñi y en tu propia cara ¡el cajero te la escupe!¡
Yo sí que le escupiría a él y a todos los del banco..!
Como tengo paciencia, hago un segundo
intento y esta vez, intentando cumplir la gran misión de sacar algo de dinero,
meto la tarjeta. Ñi….he tenido suerte, ¡voy a obtener la victoria frente a esta
máquina inmunda!
¡Me estoy emocionando…mucho! Tecleo los
números y el importe... ¡La máquina procesa! Me lleno de orgullo y
satisfacción. Ya sale la tarjeta... ¿Y el dinero? ¿¡¡Y el dinero!!? Su petición
no ha podido ser realizada, me indica el cajero. ¡¡¡Santo dios del amor
hermoso, me cachis la mar!!!
Entro en la oficina y le cuento al
empleado mi odisea. Me dice que no me preocupe. ¡Claro! Él tiene los bolsillos
llenos de billetes y yo, ¡no consigo ni uno! Me acompaña hasta el cajero y a
modo español intenta arreglar el problema: ¡a patadas! Pues algo no funciona, dice. ¡Vaya, no me
digas..! ¡Eso ya lo sabía yo!
Finalmente me dice: lamento
comunicarle que su cuenta está vacía…
¡La cuenta sí, ya lo sé, pero el
cajero no! ¡Por eso lo quiero sacar de aquí y no de mi cuenta!
¿La vida más fácil?, ¿para quién? Así
que de la misma manera me despedí yo de
él, ¡¡¡a patadas!!!
Lucas Estruch Peñalver
La ley de Murphy
Hoy
os voy a explicar algo que me pone de los nervios y que me hace pensar: ¿Qué he
hecho yo para merecer esto?.
Situación:
Me
levanto un sábado por la mañana, el mejor día de la semana, con ganas de
desayunar tranquilamente. Pongo la mesa, saco la leche de la nevera, la pongo
en un tazón, la caliento en el microondas y le añado mi Cola-Cao pepitas. Cojo
la tostadora para tostar el pan. Unto la tostada con mantequilla y mermelada de
frutos del bosque. Le doy un sorbo a mi leche con Cola-Cao, ¡mmmmmmmmm, qué
bueno!. Cuando le voy a dar un mordisco a la magnífica tostada, ¡desgracia!, se
me escapa de las manos. Veo como se cae a cámara lenta e intento cogerla antes
de que toque el suelo. Cae en posición vertical y oscila durante unos segundos
hacia ambos lados. ¿Adivináis de qué lado cae? Obviamente, y como no podía ser
de otra manera, ¡por el lado de la mermelada!
Miquel Camprubí Bonet
UN
VIAJE EN TREN.
¡Buenos días!, me llamo Fabio y os voy a hablar de lo mal que te
lo puedes pasar en el tren.
Es decir, el otro día cogí el tren de cercanías para volver a casa
de Barcelona. Como sabéis los que cogéis el tren siempre, casi siempre viene
con retraso. Y eso no es todo porque cuando me subí al tren, después de media
hora, se subió un señor que iba tan sudado que parecía un pollo asado. Luego
los teléfonos que no paran de sonar con los malditos poli tonos de todos los
tipos, que cuando te envían un mensaje a ti no sabes si el mensaje es para ti o
para el vecino de al lado. Como fui en el segundo tren, porque el primero no lo
llegue a coger, se tuvo que parar en todas las paradas. En una de esas paradas
se subió una señora de 40 años y pico, sacó su teléfono móvil y empezó a jugar
a un juego de niños pequeños todo el rato. Estaba loca perdida.
Siempre pasa lo mismo, se
para el tren antes de llegar a tu destino. Encima de lo que vale el billete de
tren … llegas tarde y como se te ocurra viajar sin billete viene el revisor y
te pone una multa. La gente pone sus maletones que parece que lleven 100
butifarras dentro. Precisamente el otro día una señora me dice: ¿Me puede
ayudar a coger la maleta? Claro… yo le dije: ¡faltaría más! y cuando la levanté
me quedé clavado cuando justo arrancó el tren y se me cayó encima. Yo estaba
pidiendo ayuda para que me quitaran ese maletón de encima. Hasta que vino un
señor y me lo quitó. ¡Uff, que descanso!
Conclusión: siempre pasa algo en el tren.
Fabio Ortiz
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