dijous, 10 d’abril del 2014

Monólogos escritos por: Lucas, Miquel y Fabio

EL CAJERO AUTOMÁTICO

Yo voy a hablar de estas máquinas infernales que nos quieren hacer la vida más fácil.
Un día vas por la calle a comprar, miras la cartera y te das cuenta de que no llevas  dinero. Entonces  te diriges al cajero.
Llegas, introduces  la libreta y… ñi ñi ñi ñi  y en tu propia cara ¡el cajero te la escupe!¡ Yo sí que le escupiría a él y a todos los del banco..!
Como tengo paciencia, hago un segundo intento y esta vez, intentando cumplir la gran misión de sacar algo de dinero, meto la tarjeta. Ñi….he tenido suerte, ¡voy a obtener la victoria frente a esta máquina inmunda!
 ¡Me estoy emocionando…mucho! Tecleo los números y el importe... ¡La máquina procesa! Me lleno de orgullo y satisfacción. Ya sale la tarjeta... ¿Y el dinero? ¿¡¡Y el dinero!!? Su petición no ha podido ser realizada, me indica el cajero. ¡¡¡Santo dios del amor hermoso, me cachis la mar!!!
Entro en la oficina y le cuento al empleado mi odisea. Me dice que no me preocupe. ¡Claro! Él tiene los bolsillos llenos de billetes y yo, ¡no consigo ni uno! Me acompaña hasta el cajero y a modo español intenta arreglar el problema: ¡a patadas!  Pues algo no funciona, dice. ¡Vaya, no me digas..! ¡Eso ya lo sabía yo!
Finalmente me dice: lamento comunicarle que su cuenta está vacía…
¡La cuenta sí, ya lo sé, pero el cajero no! ¡Por eso lo quiero sacar de aquí y no de mi cuenta!
¿La vida más fácil?, ¿para quién? Así que de la misma manera me despedí  yo de él, ¡¡¡a patadas!!!

Lucas Estruch Peñalver



La ley de Murphy

Hoy os voy a explicar algo que me pone de los nervios y que me hace pensar: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?.

Situación:
Me levanto un sábado por la mañana, el mejor día de la semana, con ganas de desayunar tranquilamente. Pongo la mesa, saco la leche de la nevera, la pongo en un tazón, la caliento en el microondas y le añado mi Cola-Cao pepitas. Cojo la tostadora para tostar el pan. Unto la tostada con mantequilla y mermelada de frutos del bosque. Le doy un sorbo a mi leche con Cola-Cao, ¡mmmmmmmmm, qué bueno!. Cuando le voy a dar un mordisco a la magnífica tostada, ¡desgracia!, se me escapa de las manos. Veo como se cae a cámara lenta e intento cogerla antes de que toque el suelo. Cae en posición vertical y oscila durante unos segundos hacia ambos lados. ¿Adivináis de qué lado cae? Obviamente, y como no podía ser de otra manera, ¡por el lado de la mermelada!

Miquel Camprubí Bonet


UN VIAJE EN TREN.

¡Buenos días!, me llamo Fabio y os voy a hablar de lo mal que te lo puedes pasar en el tren.
Es decir, el otro día cogí el tren de cercanías para volver a casa de Barcelona. Como sabéis los que cogéis el tren siempre, casi siempre viene con retraso. Y eso no es todo porque cuando me subí al tren, después de media hora, se subió un señor que iba tan sudado que parecía un pollo asado. Luego los teléfonos que no paran de sonar con los malditos poli tonos de todos los tipos, que cuando te envían un mensaje a ti no sabes si el mensaje es para ti o para el vecino de al lado. Como fui en el segundo tren, porque el primero no lo llegue a coger, se tuvo que parar en todas las paradas. En una de esas paradas se subió una señora de 40 años y pico, sacó su teléfono móvil y empezó a jugar a un juego de niños pequeños todo el rato. Estaba loca perdida.
 Siempre pasa lo mismo, se para el tren antes de llegar a tu destino. Encima de lo que vale el billete de tren … llegas tarde y como se te ocurra viajar sin billete viene el revisor y te pone una multa. La gente pone sus maletones que parece que lleven 100 butifarras dentro. Precisamente el otro día una señora me dice: ¿Me puede ayudar a coger la maleta? Claro… yo le dije: ¡faltaría más! y cuando la levanté me quedé clavado cuando justo arrancó el tren y se me cayó encima. Yo estaba pidiendo ayuda para que me quitaran ese maletón de encima. Hasta que vino un señor y me lo quitó. ¡Uff, que descanso!
Conclusión: siempre pasa algo en el tren.

Fabio Ortiz


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