“Y LLEGÓ
EL DÍA ESPERADO”
Por fin llegó el día que llevaba
esperando tanto tiempo, nada podía salir mal. Me levanté como cada día,
bueno, con más ilusión y nervios, pues
era el día de ir a comprar mi pelota de
fútbol. Desperté a mi madre que dormía a pierna suelta, le dije que se vistiera
rápido. Era un día lluvioso.
Salimos de casa corriendo y mi madre
se tropezó, se pegó un “hostión” que no
veas, se cayó al suelo toda espatarrada…se levantó como pudo…y me dijo:
- Pablo, avisa a papá, no me puedo
mover creo que me he rota una pierna.
Corrí a casa para avisar a mi padre que estaba desayunando, cogimos el
coche para llevar a mi madre al hospital, esperamos tres largas horas hasta que
al final salió con la pierna escayolada. No
nos podía pasar nada más.
Dejamos a mi madre en casa con
calmantes y nos fuimos hacia la tienda para comprar mi esperada pelota.
Yo le dije a mi padre:
- Corre papá, corre que no quiero que
mamá esté mucho tiempo sola en casa.
Pero…catapplafffffff, un coche nos
chocó por detrás, nos arrastró hacia el coche de delante y se provocó un
accidente en cadena… ¡nuestro coche destrozado! No nos podía pasar nada más.
Mi padre llamó a la grúa para que
recogiera nuestro coche y al llegar al taller llamamos a un taxi para que nos
llevara a casa…pero….todos estábamos en el mismo taller y no había taxis para
todos. No nos podía pasar nada más.
Esperamos, entre la grúa y el taxi,
dos o tres horas…….y al llegar a casa mi padre se dio cuenta que no llevaba las
llaves, con los nervios de la caída de mi madre, se dejó las llaves. No nos podía pasar nada más.
Llamamos al timbre pero mi madre no
nos oía, entre los calmantes y todo, no se enteraba. La llamamos por teléfono y se despertó, pero
no alcanzaba al móvil, estaba muy lejos y no lo cogía. No nos podía pasar nada más.
Con la lluvia y la tormenta que cada
vez era más fuerte, se fue la luz y no podíamos llamar al timbre, no
funcionaba. A mi padre se le ocurrió subir por la ventana, pero…..se resbaló y
se cayó…no nos podía pasar nada más.
¡Qué desastre! Se acababa el día……..no nos podía pasar nada más.
Mi padre se torció el pie, y no podía
conducir, avisamos a un vecino para que me llevara a la tienda para poder, al fin, comprar mi
pelota de fútbol. Me fui con él a la tienda y…..no podía pasar nada más…la tienda ya estaba cerrada.
Pablo Hernández
EL MANDO DE LA
TELE
En nuestra casa el mando de la tele es
fundamental porque todos, al llegar a casa nos vamos corriendo a verla.
Siempre se pierde el mando y nunca nos
saltamos estos pasos:
-Miramos des del sitio donde estamos para no
perder la postura tan cómoda en que estamos posicionados.
-Vemos que no lo encontramos y llamas a tus
padres diciendo: ¡papa!!! Donde está el mando. Y su respuesta siempre es: ¡búscalo!.
-Ya se nos está acabando la paciencia y
piensas que se lo habrán llevado los extraterrestres o está debajo de tu culo.
-Das una segunda mirada por encima y no lo
ves.
-Al final te levantas y empiezas a mover todo
con las manos.
-Finalmente, ves la puntita del mando que se
asoma bajo el sofá y piensas: ¡por fin!
-Te agachas a cogerlo y te sientas. Ya no es
tan cómodo como antes.
¡El mando de la tele nunca va a cambiar!
Alexia
LLombart
LOS IGLÚS
Hola amigos mi monólogo va sobre mis iglús
nada raro por supuesto. Un iglú es peligrosísimo claro tu no vas hacer una
ventana redonda en el techo que te llenan la casa de botellas y más si la
pintas de verde. Los iglús son unas casas redondas sin esquinas claro… ¿Cómo
corcho se amuebla un iglú? no puedes arrimar la cama a la pared que queda un
hueco gigante, digo yo, habrá un IKEA de iglús no? Quizás en vez de un metro y
un lápiz te regalan un transportador y un compás. Después, como cuelgas un
extintor? Un extintor es imprescindible un incendio ahí y la has cagado.
Después vuelves a tu casa y no ves nada solo ves un charco gigante en el suelo
y dices: bueno mejor! antes tenía una hipoteca y ahora tengo liquidez.
JORDI
LOPEZ ELIES
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